miércoles, 16 de diciembre de 2015

La burocracia china, tan milenaria como su cultura.

La primer aventura épica que todo extranjero tiene al llegar a China es tramitar su permiso de residencia. Toda persona que ha venido a China a estudiar por un periodo mayor a 6 meses ha sufrido lo que todos nosotros hemos sufrido al venir. 

El problema empieza desde nuestros lugares de origen, en el que reunir los papeles con certificado médico incluido es un martirio. Primero debes hacerte un chequeo en una institución pública, presentas ese papel en la agencia en la tramitarás tu beca, todo para que 5 meses después durante el trámite de tu visa en la ventanilla del consulado te digan que no sirve y que tienes que traer uno nuevo. Ese mismo examen que ya hiciste dos veces, lo tienes que presentar en la Oficina de Asuntos Públicos en donde te darán otro (sí, otro) certificado que tendrás que llevar a la estación de policía más cercana para tener tu residencia. Eso si te va bien, si no agarras a la señorita de la caja en un buen día, tendrás que repetir el examen entero, pagándolo todo claro esta. 

Todo esto ya lo sabemos las personas que hemos vivido acá y hasta hemos desarrollado una coraza exterior para que no nos afecte en nuestro estado emocional, para los nuevos eso es otra historia.  Alguien me decía: "Hasta parece que no quieren que nos quedemos." Y sí, eso parece.

Total que mi historia personal no ha sido tan mala. Como ya sabía esto, ni siquiera me molesté en hacerme todos los exámenes que te piden (siendo el ecocardiograma y la placa del tórax los más caros) y simplemente me traje el segundo examen médico que hice en México. Sólo me pidieron la placa y salió más barato de lo que tenía en mente. Menos de 150 kuais, cuando yo esperaba pagar más de 200. Lo lamentable fue que te dan un papel con una fecha para que los puedas recoger después de un par de días. Con ese nuevo certificado, tenía que ir a mi universidad para que me dieran mis comprobantes de que soy estudiante y que vivo aquí... pero cuando regresé por mis papeles, resulta que la demanda de certificados es abrumadora y no tuvieron el mío a tiempo. Me dijeron que aun así podía ir a mi universidad y pasar por mis papeles y después regresar por mi certificado. El incrédulo de mi persona le creyó y me fui. Al llegar a las oficinas de la uni, me echan para atrás.

Perdí un día entero en eso, también un poco de mi paciencia hacia este país. Pero ¿cómo un día entero? dirán algunos de ustedes. Bueno, resulta que las distancias en la hermosa Hangzhou son un infierno. ¿Pero cómo si todo está alrededor del Xihu? otros argumentarán. Bueno, no todo Hangzhou es el bendito lago. Yo, lamentablemente, vivo lejos del lago y del centro de la ciudad. El transporte de esta ciudad es raquítico (sólo hay dos líneas del metro y están construyendo otra), lo cual hace que un viaje de 8-10 km se convierta en una travesía de más de una hora en el camión.

Regresé con una derrota a mi cuarto, pero al día siguiente me levanté decidido a poder terminar mi papeleo. Misma rutina que el día anterior: ir por el certificado médico, regresar al campus de Yuquan por mis papeles.

Otro día de la siguiente semana me preparé para dejar mis documentos a la estación de policía. Resulta que por estas fechas (Septiembre), todas las estaciones de policía en China se llenan de extranjeros haciendo estos trámites, por lo que es recomendable ir muy temprano para salir lo más pronto posible. En mi caso, mediante la aplicación de Wechat pude hacer una cita para apartar un número en la estación. Aún así tuve que salir a las 6:45 de la mañana para llegar antes de las 8. El proceso dentro de la estación en Hangzhou es el siguiente:

  1. Al llegar al lugar tienes que llenar un oficio. Debes traer tu certificado médico, fotos, pasaporte, papeles de aceptación de la universidad y recibo del lugar donde resides.
  2. Con el oficio y papeles en mano, haces una fila para que te tomen una foto y te den un código de barras.
  3. Con el código y los papeles, pasas al escritorio par que te den un número con el cual te atenderán y recibirán tus papeles.
  4. En una pantalla aparece tu número que te permite pasar con un oficial para entregarle tus papeles. Al terminar tu pasaporte que queda en la estación y te entregan un documento en donde estipula que estás haciendo  en el trámite de la residencia.
 Al terminar todo esto, tienes que esperar un mes para recoger tu pasaporte y pagar 400 yuanes. ¡Nos vemos en un año señores de la estación de policía! (porque acá sólo te daban el permiso de residencia por un año, no más)

Ojalá algún día sea de ayuda a alguien que venga a Hangzhou. Recuerdo que en Xi´an no fue tan engorroso, pero igual fue causa del síndrome del que les platicaba en el artículo anterior, el "extranjero nuevo en China".

miércoles, 9 de diciembre de 2015

De regreso a la normalidad china.

He dejado de lado escribir para todos ustedes porque China me ha obligado a dar, por lo menos, un cambio en mi vida de escritorio. 

La primer semana después de mi llegada a Hanzghou todo seguía solitario para mí. Las cosas más sobresalientes de mi estancia sólo se pueden resumir a salir a comer o comprar frutas, y conocer el campus universitario. 

Un buen día, después de ir a una cafetería a las 7 de la mañana, iba caminando de regreso a mi cuarto cuando me encontré a un chavo con una playera de la selección brasileña. Tomé el riesgo de preguntarle si era brasilero (en estos días cualquiera puede tener la playera de cualquier equipo), y para mi cochina fortuna lo era. 

¡Por fin!, hablamos poco pero fue productivo ya que me preguntó si era yo el mexicano que había puesto una bandera mexicana en el balcón del cuarto... Se me iluminó la cara cuando supe que había, por lo menos, otro mexicano en donde yo vivía. No pude hacer otra cosa que ir a contar el número de cuarto de la bandera para ir a conocerlo. Después de media hora de yerros y yerros, le atiné al cuarto. Lamentablemente lo desperté, pero no lo lamenté ni un segundo. 

Le pregunté sobre varias cosas de la ciudad y de la universidad. Como paréntesis quisiera decir que hay un fenómeno muy particular en las personas que por primera vez están en China y las que ya hemos estado aquí (no importando si sabes chino o no). Cuando vienes por primera vez, crees que tienes un mundo nuevo, te sientes el Colón del siglo XXI y siempre traes cargando tu guía Lonely Planet y tus fráses de supervivencia en un papelito. Todos pasamos por esa etapa, no hay quien se le escape, tan tontos como nos veamos. Quizá, todo lo que lean de mis primeras entradas tengan esa gran carga de asombro.

Y ahora que pertenezco al segundo grupo de extranjeros en China, que ya sabemos como movernos, que aprendimos el idioma al punto de vivir sin problemas y que todo lo novedoso/asqueroso/impresionante/intimidante que alguna vez fue, ahora solamente es un gran: Esto ya lo viví.

Nos volvemos aburridos, por así decirlo. Poco nos sorprende, sabemos a qué huele, a qué sabe, cuánto debe de costar, qué decir, por dónde ir... Es más rápido entrar en una rutina, pero también nos aleja de todas las cosas que nos puedes ofrecer la ciudad en la que estemos.

Terminado el paréntesis, ese mismo día conocí a otra mexicana que estudía aquí y salímos a comer una sopita de pollo que hasta este día, sigue siendo de lo más decente para comer por aquí. El cambio de horario me pegaba duro a las 4-5 de la tarde. Veía el amanecer todos los días, sin internet en mi cuarto ni nadie con quien hablar 20 de las 24 horas del día. Eso sí cala, no estaba acostumbrado a ello. Lo único que me hacía compañía era "The girl with the dragon tattoo" de Stieg Larsson que compré en Seattle (recomendable).

Espero poder ponerme al corriente pronto. Tuve una emergencia que se prolongó durante estos 4 meses, pero ahora la única excusa que tengo para no escribirles es mi propia desidia. 

Les dejo una foto de San Francisco...

Y otra del Xihu en Hangzhou.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Llegada a China 2.



Bien, voy a saltar en el tiempo y regresar al presente. El tiempo pasó demasiado rápido la última semana y el viaje me golpeó de pronto y así como si nada ya me encuentro en China una vez más. Todo lo que pasó en la última semana fue un revoltijo de sentimientos que sólo se iban hacia un lado: la nostalgia. Sí, es lo que quiero. Sí, es lo que me gusta. Sí, estoy feliz por ello. Pero... de repente cayó como rayo la sensación de completa soledad, sabiendo que esta vez sí iba a estar solo por algún tiempo. Que aunque me supiera mover sin problemas en China, ahora lo tendría que hacer todo solo. Eso hace que esta vez en particular sea muy diferente.

Para llegar a la ciudad de Hangzhou, donde residiré durante la duración de la beca, tuve que hacer 3 paradas. La primer parada fue la ciudad de San Francisco. Tuve la fortuna de encontrar un vuelo muy barato para llegar a China, el único "pero" fue que tendría que quedarme 20 horas en San Francisco. Esto quedaría muy bien ya que podría conocer una de las ciudades más populares de Estados Unidos. También tuve la fortuna de tener una conocida que pudiera darme hospedaje y tour durante mi estancia allá, por lo tanto mis costos serían mínimos en el departamento de hospedaje y por ello estoy enormemente agradecido.

El primer recuerdo que yo tengo de San Francisco desde niño es lo que nos enseñan en "Papá por siempre" (Mrs. Doubtfire), película protagonizada por Robin Williams. Y  aunque único que muestran son las calles empinadas y el tren que va por las calles, eso es suficiente para recordar la ciudad. Eso no lo es todo en San Francisco, en realidad la ciudad es bastante más grande de lo que yo pensaba, muchísima gente había ese día que yo estuve ahí. En todos lados hay mucha gente, siempre. En San Francisco pude conocer el Pierre 39, Golden Gate, Lombard Street (la calle empinada), Castro Street (el barrio gay), pasar por el Candlestick park (antiguo estadio de los 49´s de San Francisco) y por Sillicon Valley (justo por donde está Facebook). Y sin olvidar que pude comer una de esas hamburguesas atascadas que sólo puedes encontrar en Estados Unidos. 

La segunda escala fue en Seattle, el vuelo salía al cuarto para las 7, entonces estaba en el aeropuerto a las 3 y media de la mañana. Le ayudé a un par de chinos que no podían explicar a la señorita de la aerolínea unas cosas y ya me metí a las salas de espera. Es engorroso pasar por los filtros de seguridad, pero si lo haces con tiempo no hay mucho problema. Los dos vuelos que hasta ahora llevaría, habían sido bastante placenteros, ambos habían llegado antes de lo previsto, el único pero es que ya te cobran la comida, y por lo menos en el primer vuelo sí tuve que aguantarme el hambre un rato. Ya en el aeropuerto de Seattle hice mi primer burrada. Me salí de las salas de espera para ir por mi maleta (que la señorita que hizo mi registro para el vuelo me dijo que tenía que cambiar mi maleta en Seattle) y cuando fue pasando el tiempo y mi maleta no salía, una persona de la aerolínea me dijo que como iba de paso, la maleta directamente pasaba al siguiente vuelo. Ahí voy otra vez a pasar seguridad y no tenía la necesidad de haberme salido en primer lugar... 

Llegué sin problemas y con buen tiempo a la siguiente sala de espera que era la última para agarrar el vuelo que me traería a China. Las aerolíneas chinas que hacen vuelos transatlánticos no me gustan. Son bastante incómodos y el interior de los aviones ya están inservibles algunas cosas. La pantalla que le tocaba a mi asiento no servía bien y tuve problemas para agarrarle el modo para usarlo. Este vuelo tuvo mucha turbulencia y la comida fue de regular a mala. Pero como dicen: una mala noche, pasa.

Llegar a Shanghai fue darme cuenta de que toda China es igual. En el sentido que la gente, en su mayoría, se comporta igual en una ciudad grande o en una pequeña. No existen las filas, todo parece un desorden, se gritan para todo, te empujan... Tuve que agarrar un camión para llegar a Hangzhou que sale a un costado del aeropuerto por una módica cantidad de 110 kuais y un viaje extra de 3 horas. Iba ya podrido en ese camión, el calor me estaba matando y la falta de sueño hizo lo suyo también.  Ahora ya sabía que nadie me esperaba, así que no fue tanta la odisea como la primera vez (¡por fin!).

Si me hubieran dicho que llegué de nuevo a Xi´an y no a Hangzhou, se las creo. Eran casi las 9 de la noche cuando llegué y me pareció que era igual. Los olores, las vistas, la gente, los puestos de comida... Todo me pareció igual, o será que ya estoy curado de espanto... Llegué en taxi a las 930 al campus de Zijingang de la Universidad de Zhejiang(浙大紫金港校区), me registré, me quitaron 400 kuais para el depósito del cuarto, me metí a la regadera y después a la cama. De nuevo con la sensación de que, durante algún tiempo por lo menos, estaría solo.

lunes, 24 de agosto de 2015

El Tíbet 3

La siguiente parte del viaje en su mayoría fueron horas en una pequeña vagoneta, suficiente para llevarnos a los 6, la guía, al chofer del viaje y unas cuantas maletas con lo justo necesario para vivir los siguientes 4 días. Nuestro destino "final" era el Everest, aunque en realidad el destino final era regresar a la ciudad de Lasa. Una vez llegando al Everest, el resto fue como un sueño que tuvo pequeños espasmos de lucidez.

El viaje nos llevó para empezar a uno de los lagos sagrados de Xizang, el lago Yamzhog Yumcog. Este lago, entre otras cosas, ha sido una de las vistas que no podré olvidar y que más impacto han causado en mí. El agua es de un tono turquesa, no es transparente, y refleja las montañas que lo acompañan. El lugar, siendo tan turístico, tiene un pequeño estacionamiento que se encuentra al pie de una ladera la cual puedes subir o quedarte en ese lugar a admirar. Desde luego que nuestro primer instinto como niños adolescentes, fue correr y subir. Después sólo pudimos caminar y subir poco a poco porque el aire era muy ligero y no nos daban los pulmones para más.

Para cuando llegamos, ya se encontraban varios lugareños listos para darnos batalla con las compras y las fotos. Lo más atractivo del borlote fue una señora que tenía un Yak y una oveja tibetana disfrazadas para que te tomaras las fotos. Como siempre, te empujan hasta el Yak, te suben, te hacen ponerte un sombrero tradicional tibetano y ya que estás arriba te enjaretan la cabrita. Todo contento y feliz como Napoleón en París y tómala, son 3 precios diferentes y sumados por el Yak, el sombrero y la cabra. Pero bueno, la siguiente vez que regrese a ese lugar y con esa señora, quizá podré decirle que no al sombrero.

Sin la cabrita, me cobraron menos.
Después de la foto, nos fuimos subiendo la ladera hasta el punto más alto de la misma. Ahí arriba, encima de todo, tener el azul del agua, del cielo, el verde del pasto en las montañas y blanco de las nubes. Te sientes como el único receptor de todo lo que está pasando ahí en ese momento. No existe nada más. "Se siente como caminar entre las nubes", ahora fue literal. Por cada paso hacia arriba que dabas, te enredabas en una maleza de nubes. Encontramos unos cuantos Yaks que le sacaron un susto a uno de los ingleses por andar de machos con ellos.

Vista del lago Yamzhog.
Como en concierto.
Seguimos y seguimos por horas, ya sea en terraceria o pavimento, encontramos vistas impresionanates de montañas nevadas, pequeñas chozas, pueblos construyéndose o en vida. Escuelas, construcciones con banderas llenas de mantras, liebres, cabras, yaks... Pasamos por un pueblo en el que almorzamos. Para empezar encontramos queso de leche de yak, estaba bastante rico y cremoso. Pasamos a un restaurante con curry, pero también había arroz frito y la bebida llamada Lassi (hecho a base de yogur con cardamomo) bastante rico.


Posteriormente llegamos la ciudad de Shigatse alrededor de las 8 de la tarde (sí, aún era tarde) donde pasamos la noche. Primero llegamos a la estación de policía donde nos debíamos presentar para dar nuestra parte de que andabamos de parranda por el lugar y que nadie se alarmara por unos cuantos güeros que anduvieran por ahí. Nos dieron la noche libre, así que salimos a buscar algo de comer y beber. Conseguimos los famosos fideos tibetanos (que ya había descrito con anterioridad y que consistían de fideos con en agua con un poco de jitomate) y unas cervezas locales. De todas las cervezas chinas que probé, lamento decir que las de Xizang junto a las de Luoyang se llevan el premio a la más fea.

Rumbo a Shigatse

Organizamos una pequeña tertulia pero nos dormirmos algo temprano para aguantar los días que nos seguían. Pudimos tomar un desayuno en el restaurante del hotel bastante occidentalizado, rico por cierto. De nuevo otro día en el que las horas se irían encima de la camioneta. Pasamos por muchos otros paisajes hasta encontrar otro pueblo en el que pudimos parar y comer algo más sustancioso y lugareño. Los dueños del lugar, me parece, eran conocidos o familiares del chofer y de la guía ya que el recibimiento fue muy cálido. El mismo plato de fideos tibetanos, pero ahora bastante mejor preparado y té con leche.

Rumbo a Pekor Chode

El viaje nos llevó al monasterio de Pekor Chode. Menos gente, lugar más íntimo y por lo tanto podías estar más tiempo y más cerca de las reliquias. Era una ciudad muy pequeña, yo no encuentro en mis recuerdos alguna seña de electricidad (pero seguro sí la había). Y las clases de budismo continuaban.

Pekor Chode.
Teníamos que pasar por retenes militares para, de nuevo, presentar nuestros papeles formales para ingresar a la zona de la cordillera de los Himalaya. Antes de la zona de revisión, encontramosun pueblo en el que la gente está poco acostumbrada a ver extranjeros, así que se nos arremolinaron niños. El pueblo podía carecer de todos los servicios a los que estamos acostumbrados, pero al estar tan alejados de los siguientes pareciese que no es necesaria tanta fanfarria como nos dice la tele o la ONU y su Índice de Desarrollo Humano (sólo digo...).

Para subir a al último mirador antes de llegar al Everest, el camino se volvió una serpiente kilométrica, alucinabas tanta vuelta, tan lenta y si se alcanzabamos a algún camión pesado... Uf, ya sabrán cómo se pusó la cosa. En el trayecto se nos fueron una o dos llantas (por lo menos fue una) pero como los grandes atletas cumplen con hazañas nunca antes hechas, nosotros llegamos vivos al mirador.

Camino al mirador.
El mirador tiene la magia de poder observar (¡duh!) la cordillera del Himalaya. Siempre y cuando Buda, Mao, Dios y Alá se pongan de tu lado y te dejen verlo. En esta ocasión creo que el que nos falló fue Mao ya que había nubes por todos lados y no se veía nada.

Piedra conmemorativa del mirador.


De izq. a der. Yo, el chofer, Ricardo.

El resto del camino no hubo gran cosa para platicar, el punto más importante fue la llegada al Campamento Base del Everest en el cual íbamos a pasar una noche y regresarnos en la mañana. Al llegar al campamento, lo primero que necesitas ver es el pico de la montaña. Todos salimos tratando de captar por primera vez el punto más alto del planeta. Justo al lado del campamento se encontraba un río que pasaba rápidamente, el viento soplaba junto al río tan fuerte que en ocasiones era difícil caminar en contra.

El frío se sentía en todo el cuerpo, es necesario llevarse algo abrigador para no sufrirlo. Cuando llegamos al campamento ya eran pasadas las 6 de la tarde, estaba el sol escondiéndose ya. Tratamos, de nuevo inútilmente, de correr para ver de cerca el Everest. Entonces ahí lo vimos, la majestuosidad que representa tal visión es indescriptible. Estaba tapado por otra montaña, pero era una visión tan clara, blanca por la nieve permanente y detrás muchas nubes que no nos dejaban ver lo que seguía.

"Everest"

Impresionados por el "Everest"
Vista del campamento


Después de unos minutos de discusiones entre nosotros, la guía se nos acerca gentilmente y nos pregunta: ¿qué miran? Todos atónitos, le dijimos que el Everest (珠穆朗玛峰 Zhumulangma en tibetano y chino). La guía se rió un poco, y nos dijo que ese era el K2 (el segundo pico, seguido del Everest, más alto del mundo) que el Everest estaba detrás de las nubes que impedían la visión... A los cinco minutos las nubes decidieron hacerle caso a la guía y empezaron a dispersarse poco a poco para dar paso, ahora sí, al pico más alto del mundo.

Primer vistazo del Everest

Pues ahí estaba. Detrás del K2 y las nubes, el sol se veía reflejado en la nieve y poco a poco se iba aclarando. El Everest hacía su entrada triunfal como si nos estuviera esperando para salir y quedarse para las fotos no más de media hora. El sol se puso al poco rato, dejándonos con la expectativa del amanecer. Ya en nuestra tienda, nos preparábamos para descansar, pedíamos algo de comer planeábamos nuestra excursión del siguiente día. Pararnos a las 5 aproximadamente para caminar al último punto posible para ver el amanecer.

Última vista antes del anochecer.

La noche era completa oscuridad, no había polución eléctrica de ningún tipo. Entonces podía ver todas las estrellas posibles. Era impresionante la cantidad de puntos blancos, amarillos y rojos que hay en un cielo que no ha sido tan tocado como el de cualquier ciudad. Esa vista es otra que sólo puedo recordar, no hay registro fotográfico. Me quedé media hora fuera viendo el cielo, revisando todos los movimientos y disfrutando de una de las más grandes experiencias de mi vida.

Al siguiente día, teníamos que caminar unos 40 minutos para llegar al último punto en el que te dejan pasar como turista, a partir de ese punto sólo los alpinistas pueden pasar. Esos 40 minutos fueron el ejercicio más fuerte que he hecho en mi vida, tomando en cuenta que estábamos a una altitud de 5200 msnm. hubo un punto en el que tus pulmones no dan más y sientes la necesidad de parar. En fin, pudimos dar el ancho con huevos hervidos y machaca en su bolsa traída desde Monterrey.

Camino a recorrer.

Everest al amanecer.

Estuvimos ahí alrededor de media hora. Las nubes nos dieron la oportunidad de verlo todo en su máximo esplendor. Discutíamos todos sobre cuál sería la mejor estrategia para hacer cima, cuánto tiempo nos tomaría sin preparación y las necesidades para hacerlo y así seguíamos la plática. Toda cosa que es inmensamente masiva, en cualquier escala macro o microscópica, siempre tiene la característica de ser inexplicable a simple vista. Es inevitable cuestionarse: ¿para qué tanto desmadre con la política, la literatura, la filosofía, la ciencia... para desenredar todo lo que es el universo que nos rodea?

miércoles, 19 de agosto de 2015

El Tíbet 2

Durante el tercer día en Lasa teníamos planeado 3 actividades importantes: comer alguna especialidad local, visitar el Palacio de Potala y conocer la residencia de Norbulingka.

La comida de cada región tiene que estar acorde al estilo de vida de los locales, en el caso particular del Tíbet al ser una zona con una altitud notable, la comida tiene que proporcionar grandes cantidades de grasas. Gracias a esto, tenemos que la comida está basada en el Yak.

La carne y la leche de Yak es muy grasosa, es un animal (supongo) pariente de la res que nosotros conocemos. Entonces tenemos curry de Yak, leche de Yak, mantequilla de Yak, abrigos de Yak... creo que entienden el punto. El restaurante a donde nos llevaron era en un segundo piso y estaba lleno de lugareños. Las mesas eran cuadradas y había bancas para que se sentaran dos o tres personas, los platillos ya eran personales (algo nuevo en China [aunque muchos tendrán sus discrepancias a que sea China y tienen razón]). Lo que ordenamos fue el curry con carne de Yak y de tomar la famosa exquisitez té de mantequilla.

¿Leyeron bien? Sí, té de mantequilla. Al ser 6 personas se nos hizo fácil pedir un termo grande de la bebida, creyendo que tendría ese buqué rico que suelen tener las cosas hechas con mantequilla y que a su vez que fuera dulce. Craso error. Seguramente es mucho más elaborado de lo que voy a describir, pero yo solamente saboreaba agua y mantequilla caliente. Imaginen que ponen agua a calentar y se les ocurre echarle una o dos barritas de mantequilla hasta que se derritan y deciden por casualidades de la vida, beberla. Una pequeña taza nos bastó a cada quien, mientras que la carne tenía mucha grasa y venía acompañada de una porción de arroz.

Al terminar el desayuno nutritivo, era tiempo de visitar el Palacio de Potala.

Palacio de Potala
Podala es el centro político, religioso y social del Tíbet. Los reyes tibetanos aquí tuvieron su residencia y los Dalai Lama posteriormente también tuvieron su residencia en este Palacio. Del interior sólo tengo recuerdos, les recuerdo que las fotos en el interior de los inmuebles está prohibida. Describir el interior es muy conflictivo para mí, las palabras no me alcanzarían para ello. En primera porque no le haría justicia artística a las cosas que hay ahí dentro; en segunda porque lo que veía, escuchaba y olía estaba estrechamente ligado a lo que sentía.

El interior de Potala está lleno de reliquias de oro y piedras preciosas, esculturas de Buda, elefantes tan llenas de colores. Así mismo, los murales que hay en cada pared, relatando las principales enseñanzas y cosmovisión del budismo tibetano (el hombre es el hermano no pecador del mono, o el mono es el hermano pecador del hombre. Quizá de aquí salió el célebre personaje del Rey Mono). En las habitaciones donde hay algún altar para rezar /meditar se encuentra una campana en el dintel de la puerta y al cruzar tienes que tocarla 3 veces.

Pudieras estar en el lugar una semana entera y no te darías cuenta del transcurso del tiempo, se respira quietud y paz; pero los chinos quieren que te apures así que cada persona tiene alrededor de media hora para terminar el recorrido y te sellan con boleto y pasaporte en mano tu hora de entrada y salida. Si se te ocurre pasarte del permiso que te han dado, nos contaba la guía que te pueden expulsar sin aviso del Tíbet.

Vista de Lasa desde Potala

Saliendo del Palacio fuimos a la residencia de Norbulingka. Esta residencia, nos contaba la guía, que era un lugar donde el rey de Tíbet y posteriormente el Dalai Lama lo usaban como casa de verano y retiro. Para la historia de China y el Tíbet moderna, resulta ser el lugar donde se concretó la entrevista entre Mao y el Dalai Lama para definir el desinto de Xizang.

Entrada de Norbulingka
Todo el lugar se encuentra lleno de simetría, pero es espeluznante el arte y la luminosidad del santuario. Murales, pinturas, muebles y ropa que denotan una dedicación religiosa (en el sentido de hacer algo siendo extremadamente dedicado) tan fuerte. Nosotros estamos llenos en las escuelas de arte Occidental, pero es increíble que dejemos de lado más de la mitad de otro mundo. Es como ver o escuchar por primera vez aquella pintura o canción que nos ha conmovido tanto que no sabemos explicar y no único que nos queda es callar y admirar.

Uno de los jardines de Norbulingka
Estas partes de la redacción son muy difíciles para mí, porque no hay nada en lo que me pueda apoyar mas que en eufemismos. Y así fue gran parte de mi estancia en esta tierra. Todo lo puedo resumir en un: debes ir.

martes, 18 de agosto de 2015

El Tíbet 1

Partimos de Xi´an a las 7 de la mañana del 6 de julio, no sin antes dos pequeños contratiempos: al gran Phil se le olvidó traer su pasaporte (necesario para viajar) y tuvo que regresar a su cuarto, perder el tren y conseguir un avión para alcanzarnos en la escala en Xi Ning (西宁) y unos Roujiamo (肉夹馍 parecida a una gordita, el roujiamo está rellena de carne de res que fue cocida) que mi nariz percibió a kilómetros que estaban echados a perder, pero Ricardo ya estaba jambándose.

El primer viaje nos prepararía para el resto: 34 horas de viaje en asiento en dos trenes con 6 horas de descanso entre ambos. En el descanso en la ciudad de Xi Ning la gran sorpresa fue que vimos al señor Phil esperándonos en la estación del tren, había conseguido un avión y otro tren ¡con cama! Nada que resaltar en el trayecto, sólo que al llegar a la altiplanicie tibetana, te dan aviso que has llegado a tal lugar y te dan una pequeña introducción de la fauna del lugar. En dicho anuncio hacen referencia a los "burros salvajes" del Tíbet diciendo lo siguiente: "Wild asses". Humor chino en inglés.

Boletos de tren y planeación de los 8 días

Trayecto recorrido de Xi´an a Lasa


Al llegar a Lasa se comienza a escuchar una canción de fondo: 回到拉萨 (De regreso a Lasa). Esta canción comienza místicamente y entras en una especie de trance, en el tren solamente escuchas la primera parte, el resto de la canción no la ponen. Eso de las guitarras rockeronas no van con el budismo, ¿no creen? (Acá la canción  https://www.youtube.com/watch?v=AcYtDDcf5lA)

Llegamos aproximadamente a las 11 de la noche del 7 de julio, nos esperaba un policía para inspeccionar que íbamos de buena fe, con pasaporte y el plan contratado en mano. Salimos por fin a la plaza de la estación y nos esperaba nuestra guía con unas bufandas de color blanco para darnos la bienvenida.

Lasa se encuentra a 3650 msnm, el subir escaleras o caminar mucho tiempo puede ser algo difícil los primeros dos días. La comida a esas horas es imposible de encontrar en las cercanías de nuestro hotel así que tuvimos que conformarnos con saber que ya podíamos dormir en una cama separados uno de los otros.

El primer día lo empezamos buscando algo de comer, siempre el llegar a una ciudad nueva es comenzar con el mismo problema: no conozco nada y no sé a dónde ir. Terminamos en un resturante que estaba medio abriendo y lo único que nos pudieron dar fue un recipiente de unicel con fideos y salsa de tomate.
Vista desde la ventana del restaurante.
Ya con los fideos en nuestras manos, nos dirigimos de regreso al hotel para iniciar el tour por Lasa. El primer punto fueron las taquillas del Templo de Podala (布达拉宫) porque necesitábamos las pre-entradas para entrar al día siguiente. Creo que es buen momento de resaltar el hecho de que toda la región de Xizang está custodiada por policías y el Ejército de Liberación Popular (EPL), la región está en constante movimiento político-social así que es mejor mantener las cosas calmadas. Ya había mencionado anteriormente que no puedes entrar sin solicitar el permiso y sin tener un guía. La seguridad se extiende a los monasterios, templos y sitios de gran interés. Las fotografías están igualmente restringidas en muchos templos, es una verdadera lástima que no se pueda tomar fotos, ya sea porque en verdad algunas cosas necesiten mantenerse en buen estado o porque las costumbres locales así lo han prohibido. Las cosas que ves dentro de cada templo te deja la piel de gallina y sólo las puedes ver de nuevo cuando las recuerdas.

Seguido de comprar el pre-boleto, fuimos al Templo de Jokhang. En el camino hacia el templo uno ya podía vislumbrar un poco de lo que se trata uno de los puntos místicos del planeta. La sensación que yo tuve de la gente que camina y está en la calle, el olor tan específico de la ciudad, hasta el color de las cosas a esa altura era muy especial. Entramos a un lugar tan nuevo, tan lejos y tan desconocido; pero a la vez me pasó que parecía conocido. Fue como una conexión instantánea a Zacapoaxtla, Puebla, a San Juan Chamula-San Cristóbal de las Casas, Chiapas y pensé que así podrían ser cientos de lugares en Ecuador, Chile, Bolivia, Perú... El color de la piel entre ellos y el mío no era muy diferente, el cabello tampoco y así encontrar varias similitudes entre dos pueblos que no han tenido contacto de ningún tipo.

Paso hacia el Palacio Podala
Ya entrando al Templo de Jokhang me pude dar cuenta de la extraordinaria riqueza del arte tibetano en escultura, arquitectura, las fachadas llenas de colores. Como extranjero tienes una fila "preferencial" de paso rápido, en realidad está preferencia hace de tu visita algo pequeño, un lugar donde un local puede pasar horas, tú sólo puedes estar media hora sin hacer paradas y sin tomar fotos.
El olor de este, y de la mayoría de los templos que visitamos, es de mantequilla. Resulta que la cera que utilizan para encender los lugares están hechos a base de mantequilla de yak. Mientras caminas y ves el lugar semioscuro, encuentras estatuas,  pinturas y en la parte trasera el Templo, donde es el punto principal se encuentra una estatua de Buda. Te topas con una de las primeras paredes de sensaciones en el viaje: escuchar a la gente rezar, oler la cera derretida, ver con poca luz todo tu alrededor, todo te provoca una sensación que te hace pensar que estás en el ombligo del universo.

Ya afuera del templo, la gente se arremolinaba para rezar en dos torres llenas de pañuelos de colores, o meter hierbas de algún tipo en dos hornos.
Señora rezando.

Los dos hornos fuera del Templo Jokhang

Patio interior del Templo Jokhang
El siguiente atractivo fue visitar el Monasterio Sera, es el Monasterio más grande de la región de Xizang. No puedes entrar a todos lados, la guía es quien te indica a dónde ir y el tiempo de estancia en cada habitación, te explica con el inglés que puede lo relacionado a cómo viven los monjes, las diferentes ramas que existen en el budismo tibetano, y un poco del arte, las figuras, formas y colores.

En un patio del Monasterio estaban algunos monjes tomando clases, discutiendo en grupos de 3, 5 o más. Aquellas discusiones, aunque incomprensibles, se veían acaloradas ya que quien estaba guiando el debate aprobaba o desaprobaba lo comentado por sus pupilos aplaudiéndoles y gritándoles. Al paso de un rato, nos informaban que estábamos de suerte ya que había llegado quien dirige el Monasterio y había convocado a comenzar a recitar mantras. La resonancia de la voz de aquel monje era impresionante, la voz era muy grave y se escuchaba en todos lados y todos los demás sentados a su alrededor lo acompañaban recitando mantras.

Clases de aplausos

Mantras
No nos quedamos más de media hora ya que la guía nos pedía que ya nos fuéramos y así lo hicimos.

domingo, 16 de agosto de 2015

El sur de China 1

Procuraré andar para atrás y seré en muchos casos lo más específico que pueda pero sin llegar a la (para mí) odiosa narración ultra descriptiva.

La idea de ir al Tíbet comenzó en pláticas casuales sobre los deseos de mi amigo Ricardo y yo de buscar lugares para visitar en China, desde un inicio siempre salía a la luz nuestras ganas de ir al Tíbet.

Aquel punto tan lejano en muchos sentidos: ¿dónde queda Tíbet?, ¿cómo se llega?, ¿es caro?
Para empezar, todos conocemos un poco que la situación ahí es un poco fuera de lo normal, las revueltas que hubo en el 2008 antes de los Juegos Olímpicos de Beijing le dieron la vuelta al mundo, lo que causó estragos para visitar libremente aquella zona.

Lo primero con lo que nos topamos, es que no podíamos entrar como Pedro por su casa, se tiene que tramitar un permiso especial para ingresar a la región autónoma de Xizang (西藏, nombre en chino para la región). Este permiso se tramita con cualquier agencia de viajes en China y existen varios paquetes de diferentes precios.

Armar el viaje no fue tan difícil, el paquete más atractivo fue ir 8 días de visita a Lasa (ciudad capital de Xizang) con una escala en el campamento base del monte Everest. Algo que deben tomar en cuenta si quieren ir al Tíbet es que entre más gente vaya en el paquete, más barato saldrá la expedición. Nosotros empezamos siendo dos, y terminamos yendo seis. Dos amigos estadounidenses, dos británicos que conocimos ya en Lasa, Ricardo y yo.

El chistesito nos salió alrededor de 5000 yuanes por persona (10 mil pesos mexicanos aprox.), el costo incluye hotel los 8 días, el permiso, la contratación de un guía y el transporte dentro de Xizang. Comidas, entradas a los monasterios, palacios y lugares de interes, además del cómo llegar y salir de Lasa corría por nuestra cuenta (se puede llegar y salir por avión o tren). Si hubiéramos sido menos personas, el costo hubiera sido más elevado (tomen eso en cuenta)

Faltaba aún responder una pregunta: ¿qué hacer después de nuestros 8 días en el Tíbet? Nuestro permiso de residencia en China nos permitía estar hasta el 31 de julio, eso significaba exprimir el viaje hasta las útlimas consecuencias... Las ganas de ver, conocer y probar nos embarcaron en una aventura que terminaría el 5 de agosto en el aeropuerto de Hong Kong con 6 ciudades visitadas y un aproximado de 10973 km recorridos

Última noche antes de partir a Lasa

Todo estaba listo para que llegaramos a Lasa el 7 de julio en la noche, lo único que faltaba era despedirnos de toda la gente que habíamos conocido en Xi´an...

Torre de la Campana, Xi´an (钟楼)
De nuevo a despedirse... Sobre esto, lo único que tengo que decir es que definitivamente tu familia no sólo la conforma la sangre, pero también los amigos. Y extraño a mi familia de Xi´an.

No andaba muerto, andaba de viaje.

Hola a todos. Hace dos años que no había ingresado a mi pequeña creación de darle un pequeño vistazo a lo que es China. Hoy me siento con la responsabilidad de seguir haciéndolo, es muy difícil mantener una disciplina en cualquier aspecto de la vida, recuerdo que al finalizar mi primera estancia en Xi´an simplemente me dejé llevar por la desidia y dejé de escribir.

La parte final de mi estancia fue algo turbulenta, cansada, de miles de kilometros y de aguantar vara lo mejor posible. Eso también influyó en mi decisión de dejar esto de lado, pero voy a hacer lo posible para entrar de nuevo en disciplina.

En estos dos años que han trancurrido de mi regreso a México, de nuevo y como siempre, he pasado de todo: relaciones, trabajo, nuevos miembros en la familia, bodas, desveladas, preocupaciones... Todo ha ayudado a que crezca y vea opciones por las que pueda recorrer mi camino.
Hoy me veo de nuevo en el punto de partida, empezar de nuevo las despedidas, los nervios de algo nuevo, las ansias de conocer, el miedo de dejar atrás y todas las sensaciones que se puedan imaginar en un tiempo tan corto como una hora o un día...

Antes de continuar el viaje, quisiera hacer una revisión a mi última parte de mi estancia en China, el último mes de aquella vez tuve la gran oportunidad de viajar por el sur de China y quisiera rememorar todo eso. El recorrido fue devastador, pero muy enriquecedor.

El primer punto fue la mística y acogedora Lasa (拉萨 o como comúnmente lo conocemos: Tíbet...).