miércoles, 9 de diciembre de 2015

De regreso a la normalidad china.

He dejado de lado escribir para todos ustedes porque China me ha obligado a dar, por lo menos, un cambio en mi vida de escritorio. 

La primer semana después de mi llegada a Hanzghou todo seguía solitario para mí. Las cosas más sobresalientes de mi estancia sólo se pueden resumir a salir a comer o comprar frutas, y conocer el campus universitario. 

Un buen día, después de ir a una cafetería a las 7 de la mañana, iba caminando de regreso a mi cuarto cuando me encontré a un chavo con una playera de la selección brasileña. Tomé el riesgo de preguntarle si era brasilero (en estos días cualquiera puede tener la playera de cualquier equipo), y para mi cochina fortuna lo era. 

¡Por fin!, hablamos poco pero fue productivo ya que me preguntó si era yo el mexicano que había puesto una bandera mexicana en el balcón del cuarto... Se me iluminó la cara cuando supe que había, por lo menos, otro mexicano en donde yo vivía. No pude hacer otra cosa que ir a contar el número de cuarto de la bandera para ir a conocerlo. Después de media hora de yerros y yerros, le atiné al cuarto. Lamentablemente lo desperté, pero no lo lamenté ni un segundo. 

Le pregunté sobre varias cosas de la ciudad y de la universidad. Como paréntesis quisiera decir que hay un fenómeno muy particular en las personas que por primera vez están en China y las que ya hemos estado aquí (no importando si sabes chino o no). Cuando vienes por primera vez, crees que tienes un mundo nuevo, te sientes el Colón del siglo XXI y siempre traes cargando tu guía Lonely Planet y tus fráses de supervivencia en un papelito. Todos pasamos por esa etapa, no hay quien se le escape, tan tontos como nos veamos. Quizá, todo lo que lean de mis primeras entradas tengan esa gran carga de asombro.

Y ahora que pertenezco al segundo grupo de extranjeros en China, que ya sabemos como movernos, que aprendimos el idioma al punto de vivir sin problemas y que todo lo novedoso/asqueroso/impresionante/intimidante que alguna vez fue, ahora solamente es un gran: Esto ya lo viví.

Nos volvemos aburridos, por así decirlo. Poco nos sorprende, sabemos a qué huele, a qué sabe, cuánto debe de costar, qué decir, por dónde ir... Es más rápido entrar en una rutina, pero también nos aleja de todas las cosas que nos puedes ofrecer la ciudad en la que estemos.

Terminado el paréntesis, ese mismo día conocí a otra mexicana que estudía aquí y salímos a comer una sopita de pollo que hasta este día, sigue siendo de lo más decente para comer por aquí. El cambio de horario me pegaba duro a las 4-5 de la tarde. Veía el amanecer todos los días, sin internet en mi cuarto ni nadie con quien hablar 20 de las 24 horas del día. Eso sí cala, no estaba acostumbrado a ello. Lo único que me hacía compañía era "The girl with the dragon tattoo" de Stieg Larsson que compré en Seattle (recomendable).

Espero poder ponerme al corriente pronto. Tuve una emergencia que se prolongó durante estos 4 meses, pero ahora la única excusa que tengo para no escribirles es mi propia desidia. 

Les dejo una foto de San Francisco...

Y otra del Xihu en Hangzhou.

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